Con los pies helados y la cara blanca,
el chiquillo estaba sin poder hablar.
Le ceg贸 los ojos un color de escarcha,
en aquella noche de la Navidad.
Caminaba gente, pero no miraba.
Cada cual llevaba una direcci贸n.
Y la nieve fr铆a le sirvi贸 de cama,
y la calle entera fue su habitaci贸n.
En aquel rinc贸n estaba el chiquillo cubierto de nieve.
En aquel rinc贸n, lo mismo que un trasto que nadie lo quiere.
En aquel rinc贸n un perro perdido lam铆a su cara.
En aquel rinc贸n mirando la muerte, el perro ladraba.
Ante Dios ninguno llegara limpio,
ni de la conciencia ni del coraz贸n.
El que no proteja a cualquier chiquillo
debe ser borrado sin contemplaci贸n.
Hoy se mueren muchos que vivir podr铆an
si tomasen carta en su salvaci贸n.
Y tal vez alguno pueda ser un d铆a
salvador del mundo y de su dolor.
En aquel rinc贸n estaba el chiquillo cubierto de nieve.
En aquel rinc贸n, lo mismo que un trasto que nadie lo quiere.
En aquel rinc贸n un perro perdido lam铆a su cara.
En aquel rinc贸n mirando la muerte, el perro ladraba.