Recitado
La cordillera se queda sin vientos
Cuando la tierra comienza a empobrecer su savia
Y a enriquecer sus brillazones
Y nacen las salinas.
Hacia ella marchan los hombres del Ande
Arriando sus burricos caminadores.
Marchan hacia el Salar de Atacama,
Hacia Campo Paciencia, hacia Tola Pampa,
Hacia Tolar Grande, hacia Tolar Chico,
Nombres que el indio le pone
Como jalones para su fatiga
Para su descanso, para su gran paciencia.
El color del silencio
Es de un hondo tono pardo
En el que flotan vibraciones de una campana agitada
Por un infinito anhelo.
Cosas del vivir solitario, alto y olvidado
Forman el tono y el color de esos silencios indios
Que a veces se transforman en una canción
O se convierten con dramática alegrÃa
En un enloquecido gritar la baguala
Que dispara hacia arriba
Como buscando ahorcarse en el lazo inacabable del camino.
Cuando la luz se pone dulce
Una gran sombra se extiende sobre el salitral.
El sol se va cayendo por detrás de los cerros.
La brillazón se atenúa y el frÃo comienza a morder la punta de los ponchos.
Ahà es donde empieza a nacer la esperanza
Cuando se toca tierra firme y se está cerca de la vertiente de agua dulce.
Ahà comienza a renacer la esperanza,
Ahà comienza a brotar la raÃz del canto.
Canto
¿Por qué planté la semilla
Tan cerca del salitral?
Si allà no crece una mata
Que no tenga gusto a sal.
Ni una flor en el camino.
Es cosa para pensar.
Cuánta lágrima ha caÃdo
Pa que esto se vuelva sal.
Pobre mi campo tan seco
Mis manos quietas están,
El dÃa que siembre adioses
Ni un adiós germinará.
Las a veces pasan de largo
Hacia los montes se van,
Sólo queda un gran silencio
Tendido en el arenal.