El viajero me dijo
que las arenas guardan
el sol que las calcina,
que el hombre y su camino
tienen igual medida.
El viajero me dijo
que la boca se rompe
si uno come palabras,
todo nuevo refugio
es una antigua trampa.
El viajero me dijo
que si escucho en mi casa
un tropel de gemidos
son los años pasados
buscando su mortaja.
Y sacó su pasaje
sin sombra de cansancio
porque, dijo el viajero,
que uno entierra a sus muertos
para seguir matando.
Que uno entierra a sus muertos
para seguir matando.