Abril se quedó suspendido en la siesta.
Las horas no fluyen ni quieren morir.
Un sol de aluminio remeda la cresta
del gris caserón de la calle CachÃ.
Las mismas veredas de tarde me cuentan
historias perdidas flotando en abril.
Y vuelvo al portón de los años setenta
vestido de asombro con sueños de jeans.
Pompeya no olvida que allá en Famatina
vivÃa una piba, carita de anÃs.
Amor de rayuela, perfume de esquina,
hoy la andan buscando, también era abril.
Quién sabe, tal vez ella siga soñando
y ya no recuerde la calle CachÃ.
Al menos que sepa que la anda buscando
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz.
Abril se quedó suspendido en la siesta.
Me veo en la anchura de un mar de adoquÃn.
Un torpe camión se sacude en la cuesta
y escapa la sombra de aquel chiquilÃn.
Yo era esa sombra, mirando la tarde
y a veces me da por pensar que en abril
pasó por Pompeya un fantasma cobarde
llevándose pibas, carita de anÃs.