A Nelson DomÃnguez Guruyense
A ver mi loco bandoneón
cantá tu misa en este bar.
Tus ángeles dirán
el salmo del alcohol.
Igual que palomares
tus teclados se abrirán,
y en todo habrá un temblor
de Más Allá.
Mi loco bandoneón,
ladrón de sombras de mujer,
tu nácar se robó
las lunas que no están.
Y un reo lucifer
deschava en tu frasear
compadres wagnerianos
que aún te sangran por la voz,
y muerden mis dos manos
y, al dolerme, toco yo.
Ay, bandoneón,
entre un pañal
y un funeral
saqué tu son.
Fanáticos de amor
amamos, y al final
un sÃncope de tangos
nos retuerce en su espiral.
Tanto me entendés,
tanto me decÃs,
tanto, que esta vez
tócame vos a mÃ.
Mi loco bandoneón,
vamos, por fin,
zapáme, y a dos manos
confesame hasta morir.
¿No ves, mi loco bandoneón,
que están bailando en el café
la flor del cabaret
y el hombre de hormigón?
Y vos, quemando aceite
con tu yeite fraternal,
le das a cada cual su comunión.
Mi loco bandoneón,
el mundo esta en el mostrador,
y escucha un alemán
borracho de emoción,
la magia en Doble A
del hijo que partió.
Y al alba por tu armonio
clandestino pasará
el bravo manicomio
de los siglos que vendrán.
Ay, bandoneón,
entre un pañal
y un funeral
saqué tu son.
Fanáticos de amor
amamos, y al final
un sÃncope de tangos
nos retuerce en su espiral.
Tanto me entendés,
tanto me decÃs,
tanto, que esta vez
tocame vos a mÃ.
Mi loco bandoneón,
vamos, por fin,
zapame, y a dos manos
confesame hasta morir.